Hoy podemos hablar de repartir la riqueza

Dando vueltas virtualmente las páginas de información en diferentes partes del mundo, en pocos minutos uno se encuentra con un panorama general para saber en qué estamos nosotros “los humanos”.Por estos días los conflictos internacionales, los levantamientos ciudadanos derrocando regímenes que hasta entonces parecían legitimados hasta por la propia comunidad internacional, nos pegan cuando anuncian el precio del petróleo y de ahí las conclusiones de que el precio de los combustibles seguramente en Uruguay van a aumentar al menos una vez más este año. Todo por lo que pasa en Libia, allá lejos.
Pero también se encuentran otro tipo de noticias, aquellas que dan claras muestras de superación de la humanidad en diferentes facetas y que nos permiten estar mejor comunicados y con mayores perspectivas de vivir con un estado de salud controlado, aunque contradictoriamente estemos dejando de lado el mensaje del sentimiento y muera gente de hambre.

Los temas
Y en nuestro país se han instalado dos grandes temas, mejorar la educación y repartir la riqueza.
Para la educación se pensó, al menos así se trasmitía mediáticamente que con mejores salarios para los docentes y logrando renovar en algo la infraestructura niños y jóvenes iban a ser más útiles a sí mismos y por ende a la sociedad. Ésta es lógicamente una lectura muy gruesa, pero es lo que en el imaginario del denominado ciudadano común ha quedado. Sin embargo nos hemos ido dando cuenta que el tema es más profundo. Que padecemos una crisis de identidad familiar porque la estructura familiar es diferente, porque hay más jefas de hogar de las que se creía, porque la escala de valores pasó a ser una anécdota, porque la sociedad de consumo nos consumió la identidad y la igualdad hoy se entiende por ejemplo que pasa por tener el mismo teléfono celular que un ejecutivo de un país desarrollado en un asentamiento de cualquier parte del planeta. Porque han cambiado hasta nuestras costumbres y nuestros hábitos de comer y hoy es un sacrificio llevar adelante una dieta saludable cuando eso era normal hasta no hace muchos años. La discusión recién comienza.

A repartir
Y como al país le va bien, es decir crece económicamente queremos repartir la riqueza, porque nos damos cuenta que por más que existan inversiones, que acceda más gente al sistema de salud, que sigamos teniendo una enseñanza universal gratuita en todos los niveles, que se generen más puestos de trabajo, al menos en los datos menos optimistas los ricos son más ricos y, aunque los pobres en cantidad sean menos, siguen siendo pobres.
Y seguimos discutiendo cómo repartir la riqueza.
Claro, no se puede repartir lo que no se tiene y resulta evidente que por diferentes motivos en los últimos años se ha logrado un crecimiento tal que nos permite como sociedad ahora sí seriamente discutir cómo repartimos mejor la torta.En una discusión donde los facilismos deberán dar paso a la sustentabilidad del desarrollo económico y social que logre nuestra sociedad.Porque ya lo vemos, tenemos computadoras, internet, teléfonos celulares, televisores para ver en tres dimensiones, vehículos del tipo que quieran, tratamientos médicos que no existían, posibilidad de sobrevivir más que hace algunas décadas y sin embargo recién podemos empezar a discutir cómo repartir o mejor dicho compartir la riqueza. Aunque lo primero que debemos admitir es que nos ganó la sociedad de consumo. Y este no es un detalle menor.
Nos faltan casas. Hay uruguayos que por el sistema imperante quedaron fuera de toda posibilidad de desarrollo intelectual, y seguirán marginados; por lo tanto hay miserias y hay miserables. Aunque debemos valorar que hoy, al menos, tenemos la posibilidad de discutir cómo mejoramos notoriamente las condiciones y calidad de vida de todos, de abajo hacia arriba, pero siempre empezando de abajo.
Debemos preguntarnos cuánto y hasta dónde hemos avanzado como sociedad organizada como para que hoy la discusión sea cómo repartimos mejor la riqueza que se genera en un país, donde reitero, hay miseria pero a la luz de los resultados, es evidente que también hay miserables.