La deuda social no se paga en cuotas (2008)

Nada genera tanto un sentimiento de soledad como el paisaje de un pequeño pueblo alejado de lo que se conoce como urbanización, ó lo que puede ser lo mismo representado por apéndices de grandes ciudades transformadas en lo que elegantemente se denomina “asentamiento irregular”.Es que las iniquidades sociales han transformado a la sociedad, fragmentándola de manera tal que, en una misma zona se puede contar con acceso a todos los servicios imaginables; mientras a pocos metros o kilómetros la realidad es otra.
Lamentablemente nos hemos acostumbrado a convivir con estas situaciones y para muchos ya la consideran “normal”.Ciudadanos sin acceso a una buena alimentación, con baja educación o nula, sin cobertura adecuada de salud, por mencionar algunos aspectos, han existido a lo largo de los años, porque no se margina de un día para el otro, sino a lo largo de muchos años.
A través del tiempo se generaron escenarios que llevan a que miles quedaran fuera de un sistema que solamente beneficiaba a unos pocos.
La deuda social, no es cuantificable ni se soluciona con un solo programa o proyecto, porque tiene por intereses la deuda moral y humana, lo que implica un compromiso de generaciones para superar la situación actual.
Por lo tanto, no es casualidad que se cuestione al Gobierno Nacional porque atiende la emergencia social en la que se encuentran nuestros hombres, mujeres y niños; cuando la supuesta clase media uruguaya siente que no puede acceder a los bienes y servicios de la posmodernidad y se cobija inconsciente o conscientemente bajo el buen protector que resulta ser aquel que todo lo tiene para ejercer presión, y así satisface su demanda. Y si esto siguiera funcionando, ¿cómo hacen los más desprotegidos para hacer oír su voz?, ¿qué medios responderán a su razón?.Ninguno, y los hechos están a la vista.

Suena fuerte
Hoy tiene mayor repercusión pública la supuesta perdida de competitividad de los sectores productivos e industriales, la supuesta presión sobre un clase media uruguaya que nadie sabe definir; un impuesto a jubilaciones altas; solamente por mencionar algunos ejemplos. Y digo “supuestas” porque el punto de partida se ha olvidado.
Es real, por tanto, que se enfrentan dos visiones bien diferenciadas de país y también del departamento.Por un lado los que entendemos que debe proyectarse luz hacia el oscuro camino de los más vulnerables, y por el otro aquellos que primero alumbran su camino y si el crepúsculo llega, que beneficie a los demás.
No es una simple imagen, es la realidad que eternamente ha enfrentado la humanidad. Quien tiene el conocimiento, el poder económico y conforma un grupo de presión ha logrado los mayores beneficios, mientras que los que se encuentran al otro extremo, muchas veces solamente tienen como respuesta la misma violencia a la que fueron sometidos.
Vale por tanto mencionar a modo de ejemplo políticas nacionales y departamentales implementadas por el gobierno que se mezclan y arrojan luz a la realidad cotidiana: los efectos del Plan de Emergencia, el nuevo sistema de salud, el Plan de Equidad, aumentos tanto en el salario mínimo como en las jubilaciones y pensiones; la notoria baja del desempleo; el aumento en el beneficio de las Asignaciones Familiares, los planes de vivienda, la participación directa, la igualdad de oportunidades para acceder a un empleo aunque sea transitorio; la cristalinidad en la acción de la función pública, la obra física con un fin social atendiendo barrios y localidades más postergadas.

Hay que insistir
Un detalle no menor. A nivel departamental ya no se ven más noticias de situaciones sociales sumamente precarias donde lo que importaba era cuántos más iban a los comedores.
Nada se comenta que existe un plan de viviendas, ni se dice que por primera vez se realiza un trabajo profundo para conocer la realidad social de quienes viven en los asentamientos, o en lo profundo del interior donde se continuará promoviendo las unidades productivas de Mevir.
Nada de esto se dice, porque las decenas de familias que viven en estos lugares, ó en localidades alejadas, no consumen su propia realidad, porque es la realidad las que los consume.Formar intelectual y espiritualmente a quienes durante décadas quedaron marginados requiere de un esfuerzo superior al que se ha hecho. Y lo hecho, que no es poco, permite afirmar que los planes deben seguir transformándose en algo tangible y por sobre todas las cosas en la comunión de una sociedad fragmentada durante tantos años.