“Todólogos” floridenses discuten uso del casco y cinturón de seguridad (2008)

“La letra con sangre entra”, es un viejo dicho que no siempre se cumple.
Al hablar de adoptar medidas de seguridad para evitar accidentes de tránsito bien podría caber adoptar como frase que lamentablemente “la muerte se impone a la necedad”.En los últimos tiempos en Uruguay entró en vigencia lo que se denomina la Ley de Tránsito, que entre otros aspectos marca la obligatoriedad en el uso de casco para quienes transitan en motos y ciclomotores, además de ser obligatorio el uso de cinturón de seguridad en automovilistas y acompañantes, entre otros lineamientos.
En la totalidad de la Ley se pretende disminuir el impacto negativo que sobre la sociedad toda tienen los accidentes de tránsito con muertos, amputados, y lesionados de toda índole, además, entre otros aspectos, el trauma sicológico que implica un impacto de estas características.
Las sociedades como las que vivimos, donde generalmente desarrollamos nuestro accionar en el siglo XXI pero pensamos como en el último cuarto del siglo XX, impide desarrollar la capacidad de comprender que deben imponerse cambios de conducta que culminen en una transformación cultural en todos los aspectos de la vida cotidiana. Por consiguiente, el estar físicamente viviendo una realidad no implica siempre que mentalmente estemos preparados para enfrentarla y de esto ya deben haber aportado su saber los instruidos en la materia. Lo que podríamos definir como “todología” (entiéndase esto como la capacidad que tenemos los uruguayos y quizá gran parte de la humanidad de creer que todo lo sabemos y todo lo podemos hacer bien), nos alela de tal forma que en definitiva nos impide –en el caso que hoy analizamos- darnos cuenta que todo lo que nos tratan de imponer bajo el imperio de la Ley apuesta a mejorar nuestra calidad de vida y no a menoscabar nuestros derechos.
Por consiguiente usar un casco los motociclistas ó el cinturón de seguridad los automovilistas, aunque cueste creerlo, se ha transformado en una discusión cotidiana de la cual participan los todólogos locales, que en ocasiones ha tenido más peso que la propia muerte ocasionada por un accidente de tránsito.
El ser individual, debe aprender de sus propios errores…la sociedad también.