Lo que no se comparte, no se reparte

Dejar pasar un tiempo para volver a esparcir palabras sobre una página tratando de que las mismas conformen no una figura, sino un contenido al menos para mí interesante, la verdad que resulta en parte un desafío.
Si bien la afirmación puede resultar egoísta, es real que si uno mismo no siente que lo que hace genera satisfacción al menos en su entorno, más vale no hacerlo. Y esto no es secundario.
Los uruguayos –con alguna excepción- somos bien especiales.
Desde hace algunos meses no son pocos los que elevan sus cantos al viento (esto ya lo dijo alguien) para tratar de seducir a las masas augurándoles que si a ellos les va bien en octubre de este año, en el acto eleccionario donde se elegirá el nuevo gobierno, todo estará mejor. Resulta que en ninguno de esas estrofas, uno puede encontrar aspectos positivos, es más los rostros están marcados por gestos serios, y toda su visión de la realidad resulta casi funesta.
Sin entrar en detalles, sería buena una revisión de las acciones por parte de aquellos que tienen la posibilidad de incidir en alguien para generar un estado diferente al de la catástrofe, porque de lo contrario es más que evidente que lo que se logra es mayor desánimo, y escasa capacidad de respuesta frente a los actos adversos que todos en la vida en algún momento debemos enfrentar.
Es lamentable desde mi punto de vista (que consciente soy incide poco o nada en un concierto global) que la opinión de unos pocos, pese a contar con buena amplificación, no sea utilizada para generar una cultura donde el desarrollo personal vaya de la mano de lo colectivo, donde el interés de aquel que goza de tan buena reputación en su entorno no se utilice adecuadamente, como para señalar que la ilusión puede cristalizar si se acompaña con la confianza en el objetivo trazado. Claro, siempre que ese objetivo sea verdaderamente colectivo y no de un grupo de “iluminados” que todo lo ven y todo lo pueden.Por eso lo del principio: si uno mismo no siente que lo que hace genera satisfacción al menos en su entorno, más vale no hacerlo. Y esto no es secundario.