Florida, debe ser algo más que un territorio

Resulta complejo plantear en un mundo tan interrelacionado pero no integrado, que un territorio pequeño en el universo de las decisiones y en un país aún claramente centralizado, hacer un llamado a que se adquiera por parte de esta, nuestra comunidad un mayor protagonismo.
Por estos días, es como cuando celebramos personalmente un año más de vida, o termina un año y ya planificamos el futuro donde implícitamente está planteado un mayor protagonismo personal para procurar cambiar realidades que nos den mayor satisfacción.
Con el pretexto del Bicentenario de la fundación de la ciudad de Florida procuro reflexionar, sobre los porqué en una comunidad como la nuestra no hemos sido capaces de reconocer las fortalezas de nuestras instituciones públicas, privadas, las organizaciones sindicales y sociales como para potenciar “el conjunto”.
Seguimos siendo tan agrestes en nuestro razonamiento que lo que importa es el error del otro, trasladamos las insatisfacciones personales al todo, sin darnos cuenta que el todo sigue su camino. Pero ese trayecto no somos capaces de transitarlo, sin tirar una patadita para quien viene a nuestro lado.
El cambio de un país para mejorar la calidad de vida de su gente (salud, cultura, economía, etc), no debe seguir partiendo de aquellos que desde la bahía de Montevideo procuran observar el resto de un territorio que sigue llamándose “afuera”. Y no nos engañemos, muchos de los de allá, son de por acá.
Pueden existir explicaciones sociológicas, psicológicas, antropológicas, pero en lo personal no le encuentro la lógica.
Somos parte del “afuera” y hacemos poco por cambiar esta realidad.
Nos siguen colonizando sin que nos demos cuenta.
Y aquellos que intentan promover otro tipo de cultura en la acción de cualquier organización social (entre ellas los partidos políticos) son mirados con desconfianza.
Volvemos a lo mismo: campea la desconfianza, la mediocridad, los errores nunca son propios, y sin embargo la responsabilidad sigue siendo de aquellos que encabezan los movimientos cualquiera sea su origen.
Estoy convencido que se trata de un problema generacional y lo peor es que algunos con tal de mantener su espacio se mimetizan de tal manera que actúan igual que sus mayores, cuando deberían de observarlos, escucharlos y superarlos, porque se debe tomar en cuenta la experiencia de los otros para crecer, no para parecer.
Me encuentro en la isla de la duda, como muchos de mi generación.
Me resulta repugnante que tenga mayor peso en lo que algunos llaman “la opinión pública” de parte de mi comarca: la grosería, el encono, el ventajeo, la desconfianza, el enfrentamiento y por tanto la exaltación de la ignorancia.
De unos versos de Facundo Cabral rescaté lo siguiente: “El bien es mayoría pero no se nota porque es silencioso”.
Por eso creo que sería interesante que ese silencio se transforme en voz, esa voz en canto y canto en himno que una las voluntades de aquellos que realmente quieren algo diferente.Tenemos todo para hacerlo, pero existe un problema, depende de nosotros.