El poeta puede más


Los poetas y cantantes populares mantienen su vigencia más allá del paso del tiempo, de la inexorable globalización y los avances de la (in)comunicación a la cual nos hemos visto sometidos.
Cuando se procura llevar a la discusión político-partidaria la historia reciente (los últimos 40 años) de nuestro país, la poesía comprometida socialmente sigue tan firme como antes, y aún más, me atrevo a llevarla a por lo menos la primera mitad del siglo pasado.
Una palabra, un verso, una estrofa, indiscutiblemente se trasforma en un disparador para el intelecto que busca decididamente encontrar puntos claros donde aún existe la nebulosa.
Por esa razón creo que los textos escritos por los poetas no figuran en los libros de historia pese a que forman parte de ella.
Una noche cualquiera mi voluntad me llevó una vez más a reencontrarme con el cantautor Daniel Vigilietti, no porque nos conozcamos personalmente, sino porque su canto me acompaña desde el vinilo, que en la casa de algún amigo en otra época se guardaba celosamente debajo de cualquier cosa menos entre de los demás discos. Seguramente habrá quien considere que los versos y la postura -por ejemplo- de Daniel Viglietti es claramente partidaria, y está bien que así se lo tome, aunque debe quedar claro, esto no lo inhabilita para reclamar su parte de la verdad.
Pero indiscutiblemente el mensaje del artista es más importante que los comentarios que se viertan a favor o en contra de su postura ideológica.
Esto es lo que debe tomarse en cuenta.
Sucede que aquellos que tuvieron la posibilidad de conducción, ya sea por herencia, por “abolengo”, por capacidad de convicción, ó hasta por obra y gracia del espíritu santo en nuestra América Latina y en nuestra querida Patria, no lograron que se superaran o al menos mitigaran las injusticias que nos han cubierto a todo nivel. Y si acaso en algún momento se intentó, no tuvieron quienes los sucedidos la sapiencia necesaria como para que fuera sustentable.
Porque es injusta la pobreza, la presión del poderoso sobre el débil, la desinformación, la imposición del instruido sobre el ignorante, el sometimiento a la resignación, el culto al indecente sobre el honrado.
Seguramente la atracción que genera aquél que tiene poder (económico ó intelectual), ancestralmente ha sido impuesta primero por la fuerza y luego por la costumbre y porqué no hasta por el conformismo.
El artista difícilmente acceda al poder de un gobernante, su tarea es otra, registrar, comunicar, llegar con la palabra, con la imagen, haciéndonos temblar el alma, conmocionarnos, alegrarnos y hasta revolucionar nuestro pensamiento.
A esta altura quien esté leyendo estas líneas se preguntará: ¿y Viglietti?.
Respuesta: Nuestra Bandera, Milonga de andar lejos, A desalambrar, el Chueco Maciel, Gurisito, Negrita Martina, Las hormiguitas, Otra voz canta, por mencionar algunas de sus interpretaciones. Se recomienda si se escuchan, prestar atención al contenido, caso contrario no podrá comprender lo que he querido trasmitir en este divague dominguero.
“...Yo quiero romper la vida
como cambiarla quisiera
ayúdenme compañeros
ayúdenme no demoren
que una gota con ser poco
con otra se hace aguacero”