Para quien la política no interesa

Por estos días y hasta el 25 de octubre la mayoría de nosotros nos enfrascamos en largas (o cortas) discusiones sobre las propuestas de los candidatos de todos los partidos políticos de nuestro país. Y no todos trasmiten mensajes, no todos participan activamente; existe indudablemente un porcentaje de personas que solamente mira todo esto como si fuera un capítulo mas de una telenovela, o parte del circo mediático de los programas de televisión.
¿Que diferencia existe entre aquel que se evade de la realidad con un vino, del que se fuma un porro, y hasta consume pasta base, al que dice que todos son iguales, que nadie hace nada, que todos quieren acomodarse, que se perdieron valores?, etc. etc.
Dejame opinar: ninguna. Todos buscan un pretexto -que les hace daño- para evadir la realidad.
Porque hasta hace algunos años siempre fue todo igual.
Se imponía el clan de los que se beneficiaban directamente. Y ahora algunos se estremecen imponiendo un caso de clientelismo (hecho de pública notoriedad) y sin embargo antes entraban a chorro por puertas y ventanas de los organismos públicos y ningún responsable renunció por eso!. Sin embargo ahora sí, están afuera los que entraron y los que hasta ahora se les considera responsables por el hecho.
¡Vamos, muchachos!, tratemos de ser un poquito menos hipócritas, una vez, una sola vez hay que sincerarse.
Claro, para lograr cambiar esta mentalidad cuesta mucho trabajo y tiempo, porque debe cambiar una costumbre que se enquistó en la conciencia de muchos de nuestros vecinos.
Cuando el cambio pasa por beneficiar a muchos más, sin pedir nada a cambio, algunos se asustan y largan cuanta cosa se les ocurre para desprestigiar a quien piensa diferente.
Y los cambios en una sociedad se logran cuando todos estamos involucrados, cuando sentimos que es necesario actuar aportando nuestro esfuerzo sin importar el lugar en que nos encontramos.
Te voy a contar algo, hace 100 años, un intelectual uruguayo, Carlos Vaz Ferreira escribió: “El ciudadano a quien la política no interesa –en lo cual ven algunos, muy erróneamente una especia de superioridad- es culpable de una clase de inmoralidad ...interesarse por los asuntos públicos, vivir en su país y en su época, no elevarse tanto sobre su medio y sobre su momento histórico que se deje de prestar todo servicio práctico y positivo, es un deber absolutamente elemental; en cambio, hay otro deber importante y recomendable, de no dejarse absorber demasiado por el momento presente, por el rincón del mundo en que se vive, y por cierta clase de actividades que difícilmente mantienen una psicología muy elevada”(*) .
Un siglo después esta lectura sobre una actitud humana sigue vigente.
No podemos ser meramente testigos de lo que sucede, si sentimos que algo perjudica o puede llegar a afectar nuestro entorno, debemos ser necesariamente protagonistas de un cambio en la sociedad en la que vivimos, para transformarla realmente. No debe el individuo esperar que llegue una solución como si fuera la creación del universo –tan discutida hasta hoy- de nada servirá, nuestras penurias no se esfumarán y la realidad seguirá su camino como si nada hubiera pasado.
Tal vez es cierto que si nos evadimos de la realidad la sufrimos menos, pero esta situación no es permanente, es transitoria, nos acompaña mientras dura el encanto.
Sin embargo si el individuo se compromete -aún a riesgo que lo critiquen- seguramente sentirá hacia el final de su presencia terrenal que valió la pena el compromiso, no por un capricho personal, sino por intentar cambiar los acontecimientos que lo marcaron en la vida, para que aquellos que vienen detrás tengan un punto de partida más alto que nuestra mira.


(*) Del libro Moral para intelectuales en el capítulo “Moralidad política”