Si bien es cierto que resulta difícil poder establecer una pausa entre tanto bombardeo informativo y por momento deformativo de la realidad política y social actual, uno pretende hacer un alto, pensar, meditar, sacar conclusiones, sin la presión de los supuestos y por lo tanto apela a la razón.
Uno entiende que existan compatriotas que se formaron bajo otras banderas, que en su momento acompañaran una lucha para transformar esa herramienta colectiva y posicionarla acorde a los requerimientos que el presente y el futuro nos presentan.
Sin embargo a mí me sucede que en ocasiones me siento demasiado lejos de los de 30 y los mayores de 50 años, y porqué no de algunos de mi propia generación.
Me surgen preguntas: ¿seremos tan mediocres que no somos capaces de abstraernos una vez en la vida de los apetitos personales, muy lícitos por cierto, pero que no nos permiten pensar en colectivo?; ¿tan fuerte caló en muchos el hacé la tuya y dejá que el otro se arregle como pueda?; ¿tan escasa capacidad de madurez tenemos como sociedad que no nos queremos dar cuenta que es necesario e imprescindible quebrar con la tradición del acomodo en todo sentido?, ¿porqué dejamos que otros piensen por nosotros?; ¿qué nos pasa?, ¿no tenemos la valentía suficiente para enfrentar la vida con nuestras armas?, ¿necesitamos de seres especiales para que nos den las soluciones mágicas?; ¿la deuda social, es de otros, nosotros no somos capaces de enfrentarla dignamente?; en tiempos electorales, ¿nos moviliza la promesa fácil?; ¿porqué siempre hay que hacer lo “políticamente correcto”?; ¿porqué no reconocemos que otro puede tener razón?; ¿porqué algunos deben su trabajo durante toda la vida a determinados partidos y siguen soldados a ellos como el esclavo a su amo?; ¿porqué no se dan cuenta?; ¿porqué el ser humano es tan complejo?; ¿porqué prejuzgás?; ¿porqué la cultura de la división entre los integrantes de una sociedad pesa más que el consenso?; ¿porqué somos tan egoístas y queremos que nuestros hijos sean igual que nosotros y no mejores?; ¿porqué si todos somos iguales ante la Ley, no todos gozamos de los mismos privilegios?; ¿porqué no tenés el coraje de decir abiertamente que una sociedad más justa es posible y te sumás al esfuerzo para continuar por este camino?;
¿porqué no reflexionás por vos mismo?, ¿porqué se me ocurren tantas preguntas?; ¿porqué no tengo ganas de seguir escribiéndolas?, ¿...?.
Uno entiende que existan compatriotas que se formaron bajo otras banderas, que en su momento acompañaran una lucha para transformar esa herramienta colectiva y posicionarla acorde a los requerimientos que el presente y el futuro nos presentan.
Sin embargo a mí me sucede que en ocasiones me siento demasiado lejos de los de 30 y los mayores de 50 años, y porqué no de algunos de mi propia generación.
Me surgen preguntas: ¿seremos tan mediocres que no somos capaces de abstraernos una vez en la vida de los apetitos personales, muy lícitos por cierto, pero que no nos permiten pensar en colectivo?; ¿tan fuerte caló en muchos el hacé la tuya y dejá que el otro se arregle como pueda?; ¿tan escasa capacidad de madurez tenemos como sociedad que no nos queremos dar cuenta que es necesario e imprescindible quebrar con la tradición del acomodo en todo sentido?, ¿porqué dejamos que otros piensen por nosotros?; ¿qué nos pasa?, ¿no tenemos la valentía suficiente para enfrentar la vida con nuestras armas?, ¿necesitamos de seres especiales para que nos den las soluciones mágicas?; ¿la deuda social, es de otros, nosotros no somos capaces de enfrentarla dignamente?; en tiempos electorales, ¿nos moviliza la promesa fácil?; ¿porqué siempre hay que hacer lo “políticamente correcto”?; ¿porqué no reconocemos que otro puede tener razón?; ¿porqué algunos deben su trabajo durante toda la vida a determinados partidos y siguen soldados a ellos como el esclavo a su amo?; ¿porqué no se dan cuenta?; ¿porqué el ser humano es tan complejo?; ¿porqué prejuzgás?; ¿porqué la cultura de la división entre los integrantes de una sociedad pesa más que el consenso?; ¿porqué somos tan egoístas y queremos que nuestros hijos sean igual que nosotros y no mejores?; ¿porqué si todos somos iguales ante la Ley, no todos gozamos de los mismos privilegios?; ¿porqué no tenés el coraje de decir abiertamente que una sociedad más justa es posible y te sumás al esfuerzo para continuar por este camino?;
¿porqué no reflexionás por vos mismo?, ¿porqué se me ocurren tantas preguntas?; ¿porqué no tengo ganas de seguir escribiéndolas?, ¿...?.