Uno cree, ingenuamente que cambiaron, ¡minga!

Uno cree, ingenuamente, que el tiempo ayuda a madurar a algunas personas (incluidas yo mismo), producto de la reflexión de algunas lecciones que nos da la vida, que por tanto deberían provocar un cambio no sustancial en nuestra forma de ser, sino básicamente en nuestro proceder. Esa madurez uno la espera fundamentalmente de aquellos que tienen la responsabilidad de guiar a un grupo de ciudadanos, sin importar cuántos san, sino simplemente que sean.
En estos tiempos de campaña electoral, uno cree, ingenuamente, que en los primeros años del siglo XXI, algunos que dicen haber cambiado, efectivamente lo hicieron.
Pero es triste, muy triste...¡minga que cambiaron!. Están más aferrados a sus arcaicas estrategias que nunca!. Todo vale, cualquier ensayo sirve para esgrimir arengas sin argumento.
La teoría del equilibrio, la denuncia de por las dudas, no vaya a ser cosa que, las armas, los malos, los cucos, ¡faltan los tanques!,
Uno cree, ingenuamente, que cuando el reloj biológico de gente que habrá de quedar en los libros de historia como Sanguinetti, Battle, Lacalle, están más lejos del bien y del mal, se da cuenta que están más cerca del mal. Son los Tres Mosqueteros del pos modernismo uruguayo, y como los mosqueteros eran cuatro, también está Pedro, aunque con algo de distancia, en los últimos tristes acontecimientos.
Ha quedado claro que no les importa respetar la Constitución de la República, porque, primero niegan que más del 49 por ciento de los uruguayos en uso libre de las facultades que la misma establece eligieron por voto secreto y obligatorio a sus gobernantes.
Alarman despóticamente, que una mayoría parlamentaria como la obtenida por segundo período consecutivo por el Frente Amplio no es buena para el país, cuando ellos mismos impulsaron una reforma constitucional para que transitemos por el sistema actual.
Apuntan a desprestigiar al candidato presidencial del Frente Amplio, intentando vincularlo con hechos de ribetes policiales. Uno, Lacalle que llevó a su partido a una de las caídas más grandes de su historia. Casi lo entierra, después de haber logrado una elección interna realmente interesante.
Uno cree, ingenuamente, que a los dirigentes blancos y colorados les importa el país, ¡minga!.
Resulta evidente que a estos dirigentes, lo único que les interesa es su permanencia en la vitrina de los trofeos.
A estos dirigentes blancos no les interesa el país, pero a los ciudadanos que han tomado por ideología y convicción al battlismo y los ideales de libertad del Partido Nacional, es seguro que piensan distinto, que no comparten estos agites, que con cierto grado de sensatez esperan otro tipo de planteo, de discusión, máxime cuando estamos en proceso de elegir a nuestro futuro presidente.
Los últimos ataques infundados y desquiciados lanzados impunemente seguramente serán respondidos el 29 de noviembre, cuando a través de las urnas el pueblo uruguayo les dé el último adiós.
Uno cree, ingenuamente, pero cree, que un país mejor es posible, y un mundo mejor, también.