En una despistada tarde de domingo

En realidad hoy tengo ganas de estar al tanto de tu vida.
Es que hace tiempo no nos encontramos, pese a que vivimos en la misma ciudad en la que nos formamos en algo parecido a un ser humano adulto.
Claro, ninguno tiene tiempo suficiente como para perder el tiempo en marcar un día y una hora para encontrarnos.
Somos gente muy ocupada.
Antes todo era muy distinto, para jugar un picadito los fines de semana hablábamos el viernes y establecíamos la hora. De ahí uno salía a buscar a otro y así sucesivamente hasta que nos encontrábamos en el patio de la escuela. No todos tenían teléfono, eran unos pocos…
No existían los celulares y por ende los mensajes de texto. Pensar que ahora tengo tu número de celular pero me cuesta enviarte un mensaje, porque no tengo tiempo. Trabajo mucho, estoy cansado, el estrés me provocó úlcera y tengo que hacer un fuerte tratamiento con la comida, por eso no te he invitado a comer un asado, porque para comer un asado hay que picar algo antes, tomar alguna bebida espirituosa, y todo eso lleva mucho tiempo…ni vos ni yo estamos para eso.
Somos gente muy ocupada.
A propósito de ocupada, esa palabra se utilizaba para definir el estado en que se encontraban damas muy fieles al amor con billetera. Ahora ocupada es una persona que trabaja y listo. En fin, ¡cómo han cambiado las cosas!.
¿Te acordás cuando estudiábamos en Montevideo y esperábamos ansiosos la llegada de la Onda para levantar la encomienda?. Aquellas encomiendas con el olor de la cocina de la casa…
Mientras escribo estas líneas me doy cuenta que cuando uno dice: ¿te acordás?, es porque se está poniendo viejo.
En realidad hoy tenía ganas de estar al tanto de tu vida.
Mejor lo dejo para mañana, ¡qué le vas a hacer!, somos gente muy ocupada