Un click y aceptar?


Pensar que antes –en el siglo pasado- cuando yo nací no había que hacer  click y aceptar.
Antes –en el siglo pasado- cuando yo nací, no había televisión por cable, la radio era una sola, el teléfono estaba en una central telefónica, algunos comercios y decenas de casas de familia.
En el siglo pasado cuando yo fui niño, adolescente y joven no había teléfono celular. Recién cuando pisaba los 30 (no la década, sino mi edad) aparecieron estos aparatitos magníficos y esclavizantes.
En el siglo pasado, las computadoras y las pc portátiles ó notebook, directamente en la vida cotidiana no existían, algo parecido fue lo que se conocía como máquinas de escribir, aunque no tenían disco duro, sino un carrete de cinta que en el mejor de los casos lograba dos colores sobre el papel: negro y rojo.
En gran parte del siglo pasado, nos enterábamos de las noticias por las trasmisiones de emisoras de radio fundamentalmente de Montevideo, luego cambió un poco y mejoraron las locales, se sumaron las efemes, y los impresos de cada lugar, que algunos hacía años que ya estaban, antes que yo naciera…en el siglo pasado.
Ni el Facebook ni las cámaras digitales registraron nuestra niñez y adolescencia.  
Nuestra niñez y adolescencia están esperando ser escaneadas en el mejor de los casos!!!
En gran parte del siglo pasado, sin embargo pasaban cosas que hoy no registramos ni con el celular, ni con la cámara… ni con la memoria.
En el pueblo todos se conocían, por el nombre o por el apodo, pero se conocían.
Y fue hasta hace no mucho tiempo que esto sucedía, a pesar que fue en el siglo pasado.
Algo nos pasó.
Tal vez no nos dimos cuenta que todos estos aparatitos que hoy se multiplican y sufren metamorfosis permanentes fueron y son creados para mejorar nuestra comunicación y no para entorpecerla.
Ahora la todo es simple.
Cuando no queremos que alguien nos hable directamente no atendemos el llamado al celular, no contestamos los mensajes de texto, no respondemos un correo electrónico… y ya no se venden casi timbres para colocar en las puertas de las casas porque perdimos la costumbre de la visita.
Es decir que también se pedió el juego que nos entretenía cuando éramos niños, el famoso “ring raje”, llamado así para los ignorantes de esta época e ilustrados del nuevo siglo, porque la diversión consistía en ir a una casa en grupo, tocar timbre y salir rajando (corriendo) fundamentalmente a la hora de la siesta (qué es eso?) ó tarde en la noche, es decir, como a las nueve más o menos.
En el siglo pasado, cuando recorría las calles de mi ciudad, reconocía los rostros de la gente que pasaba a mi lado, y las barras de amigos duraban años, tantos que hasta hoy están, auque la distancia y la vida nos mantengan alejados. Sé que los amigos están, auque hoy algunos crean que son amigos solamente por hacer un click y aceptar.